jueves, 23 de diciembre de 2010

Epístola al Niño Dios

Querido, adorado y dulce Jesús mío:

En esta oportunidad quiero manifestarte mi tristeza por lo que actualmente pasa en nuestro mundo –loco por fenómenos naturales, que no castigos divinos-, especialmente en nuestra Colombia, consagrada a la advocación del Corazón de Jesús, una representación de tu Padre Celestial muy a lo criolla porque, al fin y cabo, nosotros somos colombianos, y sólo tenemos dos símbolos patrios: el vallenato y el sombrero vueltia’o, que se disputan el puesto con el Escudo –donde el águila es hoy un gallinazo, por aquello de los camposantos donde ocurrieron tragedias-, y las riquezas de nuestro escudo, reemplazados por las campañas de Teletón y Colombia Humanitaria.

Nosotros, tus hijos –si así lo consideras, después de tantas ofensas-, necesitamos que intercedas ante Dios, tu Padre Celestial, para que cesen las lluvias, nos mandes el maná de que proveyó Dios a su pueblo, para que con la campaña de Colombia Humanitaria sume esfuerzos para abastecer a los pueblos que viven bajo el agua, como si fuéramos turistas en Venecia, pero a la criolla, porque como no conocemos nada de Europa y sus bellezas nos conformemos con ver la desaparición de pueblos enteros –como Gramalote, en Norte de Santander-, y así poder sobrevivir de las migajas que dejen los turistas en la próxima temporada de vacaciones del año 2011, cuando vengan a ver a nuestros pobres –si no somos todos los colombianos- y a regalar ayudas y propinas. Esto podrá ser una realidad si se cumple la profecía de las autoridades: 10 años nos demoraremos en recuperarnos de la ola invernal y las tragedias.

Además de estas súplicas quiero decirte que comiences a partir del 1° de enero a aparecer, para ver si secas y evacúas de los pueblos, riachuelos y desastres toda el agua que dejó tu hermana, la Ñina –o no sé qué parentesco tengan-, y no es cuestión de discriminación de género, pero ella nos dejó muchos desastres, a tal punto que retrocedimos en gran medida en el avance que llevábamos con los dos períodos del expresidente Álvaro Uribe en cuando al desarrollo social y económico de las regiones.

Espero, como es una profecía que se cumple en la Biblia, que cada ayuda que reparta Acción Social y la Cruz Roja se multiplique, para poder atender a los dos millones y pucho de damnificados por el invierno y que hoy están en la pobreza total. Además, como una ayuda de más, confío en que harás que las aguas se aparten, en las llanuras cordobesas y la meseta cundiboyacense, como lo hiciste a través del cuerpo presente de Moisés en el Mar Rojo, para facilitar las labores de rescate de los damnificados y comenzar a reconstruir lo que la naturaleza causó, no sé si en un acto de soberbia e ira, o no sé si en realidad, como dicen muchos fanáticos religiosos estamos pagando el mal que hacemos en la tierra. ¿Será la cuota inicial del juicio final?

Por todo lo que te pido en esta Epístola, que es sinónimo de carta, pero suena más elegante y adecuado para las peticiones religiosas que te hago, haré votos para dejar los vicios, que son legales, para evitar suspicacias de los lectores. Si aceptas mi trato acuérdate de tus hijos que hoy vivimos en este valle de lágrimas, que más parecen lagunas de desolación y muerte.

Gracias por todo, dulce Jesús mío, intercesor ante Dios para que la vida mejore, ahora que tenemos solamente agua hasta el cuello.

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