sábado, 14 de agosto de 2010

Los últimos suspiros

Lástima que los partidos que en un determinado momento soñaron con gobernar el país estén quemando los últimos cartuchos. Pasadas las elecciones del año 2006, en que fue reelegido Álvaro Uribe Vélez, el Polo Democrático Alternativo, que de democrático y alternativo no tiene si no el nombre, por lo de sus discusiones impositivas que aplastan hasta a quien fue su candidato presidencial como Petro, y que se debatió durante cuatro años en defenderse del oscuro pasado militar y que dejó perder la oportunidad de seguir siendo la segunda fuerza política del país para estar entre los últimos, como quedó demostrado en las pasadas elecciones presidenciales.

Ahora, cuando el Partido Verde está como la segunda fuerza política del país, con los resultados que obtuvieron con la fórmula desequilibrada de Mockus y Fajardo, de cuya dupla estaba mejor preparado Sergio, y que muchas personas cayeron en la cuenta semanas después de haber cometido el peor error político de quienes buscaban un aire en la política: unirse a Mockus, el rey del autogol.

Se preguntarán por qué después de tantos días de haber pasado las elecciones soy reiterativo con éste tema político, pero no puedo dejarlo pasar por alto, aún sabiendo que de las decisiones que se tomen próximamente depende el futuro del Partido Verde, la renovación unitaria de la decencia, y del Polo Democrático, el partido que se soleó como el inmaculado de la política y se bronceó hasta quedar en cenizas.
El Partido Verde, ahora que circula una carta firmada por Sergio Fajardo en que sostiene que “están biches” como partido, pone en duda hasta qué punto estaban preparados la dupla de matemáticos para manejar el país en un eventual triunfo de la ola verde. Qué tan sincronizados estaban con lo que reclamaba el electorado y cómo asumirá la responsabilidad de ser la segunda fuerza política más importante del país, por encima del Polo, del Partido Liberal y del Partido Conservador.

Ahora bien. Qué piensa Antanas Mockus, Enrique Peñalosa y Luis Eduardo Garzón del futuro del partido. Por lo que ha manifestado Fajardo en opiniones a la prensa no les interesa por el momento tomar decisiones. Les hizo daño el poder. No han tomado la decisión de entregarle la dirección del partido a algún militante y protocolizar el ingreso del movimiento Compromiso Ciudadano por Colombia, el creado por Fajardo, al Partido Verde. Por lo visto, están esperando ver con claridad cuáles serán las reglas de juego y qué participación tendrán en la Junta Nacional, porque la verdad sus simpatizantes no le perdonarían a Fajardo cometer un error político de tal magnitud, sin saber qué réditos se tiene.
Una lástima que por orgullos infundados se vaya a pique una opción de poder que se construyó con la esperanza de muchos colombianos que creyeron en ellos. Sergio Fajardo, quien estuvo recorriendo el país mucho antes de unirse a Mockus, lo que le dio un arranque a la ola verde que pronto murió, debe calcular muy bien qué es lo más conveniente para el pueblo antioqueño, donde está su nicho electoral, porque más que dar discusiones interminables deben buscar la construcción de la vitrina que los ponga como un Partido sólido para afrontar la elecciones del próximo año, donde se medirán como fuerza política con opción de poder en las alcaldías y gobernaciones, porque las asambleas y concejos son un tema que debe tratarse con cautela.

Están contados los días de los partidos disidentes del Acuerdo de Unidad Nacional que creó el presidente Juan Manuel Santos para construir una agenda política y social para el cuatrienio. El Polo y los Verdes deberán decidir si continúan sin rumbo o se dejan caer. Antes que ‘biches’ lo que le falta a estos dos partidos era hacer un descarte de militantes, porque mientras en el Polo mandan los Moreno, Robledo y Petro, en los Verdes el trío de los ex alcaldes no deja que un partido que sacó votos en todo el país se desenrole. En fin de cuentas, la oposición se está autodestruyendo, sin que el gobierno tenga que hacer mayor esfuerzo como en los tiempos de Uribe.

sábado, 7 de agosto de 2010

Un adiós para el Presidente

Todavía no sé cómo aprendí a valorar al presidente Álvaro Uribe. O bueno, sí sé, pero me negaba a verlo como el Líder (con mayúscula) con mayor popularidad entre el pueblo colombiano que concentra la atención de sus más acérrimos opositores, columnistas de opinión muchos de ellos, que creen ser los profetas de la política y los inmaculados de la ética social. Mas o menos lo que es, o no sé si todavía, Antanas Mockus.

En este mismo semanario fue común encontrar opiniones mías contradiciendo al presidente Uribe, convirtiéndome en un energúmeno político que apuntaba y daba en el blanco a muchas fichas que eran una realidad de transformación. Me equivoqué y pedí perdón. Porque hice una reestructuración política y revisé mis posturas. Lástima que quienes fueron mis amigos en esos tiempos sigan hablando de conceptos revaluados. Claro que hablar de sindicalismo y marxismo es muy bueno con la barriga llena.

Estando en un grupo político que se hacía llamar Polo, demagógico e izquierdista, creo que fui aprendiendo a ver con mayor claridad cuál era la transformación de país que estaba forjando Uribe, un político de provincia antioqueña que le dio un vuelco al retroceso que en los años noventa y primeros años del siglo XXI le dieron a Colombia César Gaviria, Ernesto Samper y Andrés Pastrana. Uribe entrañó en su discurso el flagelo de un pueblo aporreado, herido de muerte y con necesidades, por lo que creó una sólida Doctrina de Seguridad Democrática que seguirá marcando el rumbo en los próximos años de un país que pasó del miedo a la recuperación de la democracia y el crecimiento económico. Colombia volvió a nacer después del adormecimiento en el Proceso de Paz del Caguán. La ceguera es incurable hasta que no se renuncie al odio.

Muchos de los escándalos -si puede llamársele así sin caer en el amarillismo de Daniel Coronell- que tuvo este gobierno, fueron propiamente el resultado de una serie de cambios que empezó aplicar Álvaro Uribe dentro del gobierno y en la rama legislativa, de donde salió la depuración de muchas personas vinculadas con grupos al margen de la ley y que fueron objeto de exhaustivas investigaciones, por lo que pese a las especulaciones de los “jueces sin toga” que ostentan muchos columnistas de opinión, el gobierno nunca cayó ni se doblegó. Por el contrario, fue mucho más fuerte en darle la espalda y atacar certeramente la delincuencia y los grupos al margen de la ley, porque las Operaciones Jaque y Camaleón son éxitos rotundos en la carrera por exterminar el terrorismo.

Es una lástima que el presidente Uribe se le vea dejar el poder, porque quedaron asuntos pendientes para darle un cierre con broche de oro a su gobierno, pero que deberán ser asumidos con premura por el presidente Juan Manuel Santos, quien ostenta la confianza que el pueblo colombiano le dio al presidente Uribe en ocho años de gobierno.

Santos se debe a Uribe. Por lo tanto, no podrá defraudar la confianza de un pueblo que jamás abandonó a su presidente en los momentos más críticos, que son muchos y vale la pena recordar que la Operación Fénix, en que murió Raúl Reyes en territorio ecuatoriano, es la mecha que expandió el actual conflicto diplomático con Venezuela; el asesinato de los Diputados del Valle y la muerte de otros uniformados son el balance negativo de una lucha que se va ganando, pero a la que no puede soltársele el cuello.

Quién más torero que Uribe para lidiar con el bloque chavista. Basta recordar la Cumbre de Unasur en Bariloche, Argentina, para ver cómo la defensa de un país se hace con vehemencia y rectitud, jamás con calificativos de grueso calibre. La verdad sale a flote por sobre el rabo de paja de los auxiliadores del terrorismo. En eso ganó Uribe, quien mantuvo la soberanía y la dignidad de un país en alto. No se doblegó ni dejará que con el nuevo gobierno suceda. Así sea una estratagema no muy común, Santos deberá tener el poder detrás del trono. Porque los huevitos, hasta no acostumbrarse a una nueva gallina, deberán seguir calentados temporalmente hasta que empollen y empiecen a crecer.

Presidente URIBE: gracias por dejar el país mucho mejor de como lo encontró. Así no corran ríos de leche y miel, sí se saborea mejor la Colombia actual.