lunes, 20 de julio de 2009

Fajardo, un maestro transformador

El teatro Camilo Torres de la Universidad de Antioquia estaba a reventar. Los alumnos del curso de matemáticas dictado por la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales estábamos convocados por la universidad para terminar el curso del primer semestre de 2003 con una conferencia magistral dictada por un matemático de apellido Fajardo. Un profesor que nos guiaría a través de sus historias por un mundo de experimentación de las ciencias y un cúmulo de consejos de cómo ser científicos. Nadie sabría, hasta muy entrado el 2006, que lo que Fajardo compartió en esta conferencia se haría realidad en un proyecto como el Parque Explora, un laboratorio al servicio de la ciudad.

Pasadas las diez de la mañana un hombre de estatura alta, camisa roja con mangas remangadas, yines desgastados y sin correa, zapatos mocasines y medias rojas, daría inicio a dos horas de historias y comentarios científicos. Una corta presentación como Sergio Fajardo Valderrama, un matemático con experiencia en la academia y con sueños de cambiar el mundo desde los números y las integrales, daría comienzo a una charla con un completo soñador que más tarde mostraría desde un puesto público cómo los cambios en una ciudad son posibles, con el acercamiento de la educación y la cultura a la población más vulnerable.

Terminada la conferencia, cuando todos los estudiantes salían a empellones del teatro para reclamar sus diplomas y certificados, salí tras el señor matemático para preguntarle por una duda que me había quedado de su conferencia y aprovechar para felicitarlo por sus columnas de opinión en el periódico El Colombiano, opiniones que debió aplazar por su utópica campaña a la Alcaldía de Medellín. Esas opiniones, vueltas a leer hoy, son lo que Fajardo quería hacer de Medellín: una ciudad que vuelve a nacer para creer.

En el parqueadero de la universidad, el maestro futurista de cabello ensortijado, el candidato sin esperanzas al más importante cargo de la ciudad, me dedicó unos minutos y luego se despidió con el apretón de mano de triunfador, porque pese a los esfuerzos de las maquinarias políticas que lo subestimaron, él siguió con su campaña a pie en los barrios y en el centro de la ciudad. Desde el principio, Fajardo fue un triunfador. Se ganó los votos que los caciques, por miedo e indiferencia, desecharon en los barrios marginales.

En octubre de 2003, cuando todos los medellinenses esperaban el triunfo de Sergio Naranjo como Alcalde de Medellín, Sergio Fajardo, un matemático con alma de joven, alma que muestra en su descomplicada pinta, y con la cual ganó el corazón de los barrios populares, los que recorrió a pie para hablar con la gente y repartir sus volantes, contra todos los pronósticos y sin aparecer en las encuestas, se echó al hombro el triunfo como Alcalde para hacer realidad el sueño de renovar una ciudad de altos índices de homicidio y nicho de la mafia de Pablo Escobar, y cambiarla por una ciudad que renace y se educa, como lo expuso en su programa “Medellín la más educada”, proyecto pionero en el continente y premiado como un gran proyecto en varios países.

Nadie se habría imaginado que en la Comuna 13, escenario de la famosa Operación Orión, en Santo Domingo, en Moravia o en la antigua cárcel La Ladera se pudiera cambiar la conciencia de una población marginada, habitante de la otra Medellín, con un proyecto de revolución social y educativa, enmarcado en un modelo de inclusión como los Parques Biblioteca, ciudadelas dotadas de esperanza que le devolvieron la vida a los barrios que en otrora fueron protagonistas de masacres y disputa de pandillas.

Terminada la gestión de Sergio Fajardo como alcalde de Medellín, con un equipo de colaboradores que revolucionaron la cultura y le devolvieron la esperanza a la gente desde los programas de Presupuesto Participativo, haciendo realidad la reciprocidad de los impuestos, y construyendo los Colegios de Calidad con dineros ganancia de las Empresas Públicas de Medellín, todos pensamos que Fajardo terminaría su ciclo y se dedicaría a los medios de comunicación, como bien lo hizo desde los micrófonos de Caracol Radio, pero no fue así. Ni se marginó de la política ni se dedicó a la docencia. Dejó la radio para recorrer el país, metro a metro, sacándole ventaja a todos los que hoy son precandidatos.

Fajardo, como visionario y matemático, creó una estrategia donde mezcló radicales, integrales y diferenciales para crear una ecuación que reuniera logros de su alcaldía, popularidad en las encuestas y recorrido por el país para dar a conocer logros del experimento de renovación de Medellín, pensando en que esa ecuación dé como resultado la Presidencia de la República, el segundo grado que, el matemático con alma de político, quiere sumarle a la ecuación que integra a los ciudadanos, los números de la ecuación, los que lo apoyaron en la primera ecuación en su ciudad natal: la alcaldía de Medellín.

Después de seis años vuelvo a ver a Fajardo, un soñador que llega a la gente, convence con sus propuestas sencillas a los problemas sociales, que funcionan como los números algebraicos y que tienen una solución sencilla. Un académico que con su sencillez y su pinta de político juvenil, ya no como candidato, si no como ex alcalde y con los mismos paradigmas políticos: las encuestas y los críticos, a quienes espera vencer con los votos de opinión, el carisma, la Internet y su cercanía con la gente lo harán ver como la renovación y el reencuadre de la Seguridad Democrática. De seguro, será presidente.

Ahora, que los ojos están puestos en el referendo reeleccionista, al cual Fajardo se opone, sin declararse uribista ni antiuribista, si no prouribista, el partido de la renovación fajardista, sin maquinarias ni grandes sumas de dinero, va atrayendo votantes que creen que el cambio que se dio en Medellín puede replicarse en todo el país. Ya veremos hasta dónde llegan los sueños de que Colombia pase “del miedo a la esperanza”.

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