miércoles, 29 de diciembre de 2010

Las putas y el cielo (Crónica completa)

Crónica de burdeles, putas y noche de copas en Yarumal.

Son las 10 p.m. del 18 de diciembre de 2010. Salgo de mi casa con paso presuroso, para comenzar a vivir la noche de Yarumal. Al llegar a la plaza –o parque, no sé cómo suene más citadino-, con nombre de poeta en honor a mi coterráneo Epifanio Mejía, entro a una discoteca, una de las más cotizadas y frecuentadas, llamada “Milojas” un nombre entre azucarado y sabor a etílico, como si en algún momento se hubiera llamada hojaldra. Entro esquivando las parejas que bailan una música con ritmo merengue, o salsa, que termina siendo un nuevo género: bachata. Me dirijo a la barra de la discoteca donde el administrador, un joven de mediana edad, me pregunta qué se deseo tomar. Le pido un aguardiente con agua. Lo tomo de un sorbo y me quedo estupefacto viendo el ambiente del lugar. Las luces, entre violetas y rojas, alumbran las caras de los clientes, quienes bailan y toman un sorbo de su trago.

Comienzo a recorrer el parque y tomo un taxi. El taxista, con cara de seriedad y con olor a alcohol, me pregunta con displicencia: “Para dónde va el señor”. Me lleva a La Estación. ¿No está como temprano para ir a merendar? –me pregunta en tono seco-, mientras sube el volumen del radio donde suena una electrónica con nombre entre italiano y español: Pa’ panamericano. Tiene como cara de prendo –me dice mientras me mira por el retrovisor, como viendo a ver si me reconocía. No señor, solo un trago para animar la noche –repongo-, mientras abro mi celular para revisar si tengo llamadas perdidas. Más bien un despiste. Evitando la conversación con el conductor.

Llegamos donde “El Mono Aguapanelero”, un sitio donde los comestibles y el licor abundan: desde salchichón, morcilla, chorizos y aguardiente y… Antes de pagarle al taxista se acerca una mujer, o más bien una niña, con olor a pachulí y con un vestido entero verde, con un escote que no dejaba nada a la imaginación. Parce lléveme hasta el “Verdolaga” –le dice en tono enérgico al taxista- y repone: por dos mil pesos que estoy bolada, papi. Súbase pues, le dice el taxista. Vamos con el gordito –dice refiriéndose a mí. No, él viene a merendar. Cuánto le pago, señor. Cuatro mil barras –dice, como queriéndome decir ábrase-. Le pago y le digo: Muchas gracias por ser tan amable.

Al entrar al “aguapaneleadero” encuentro varias caras conocidas. Pido una taza de aguapanela y un pedazo de salchichón. Comienzan a entrar en fila las chicas bellas, las dueñas de la noche. Papi, deme un cigarrillo Greeeen –dice con un acento marcado una de las chicas, que fija la mirada en uno de los clientes que se sirve un ron. Papi, ya no te acuerdas de mí, o te da pena. Como la pasamos de bueno la otra noche –le sentencia al joven, de unos veinticinco años, quien se ruboriza. Comienza a verse el ambiente propio de un lugar alejado de Yarumal, donde están los tallares mecánicos y de electricidad, donde las putas y los borrachos ponen la noche a su servicio, y los mendigos hacen su noche con las monedas que dejan caer los borrachitos o que, en un acto de generosidad, cualquier cristiano les regala. Conjunto a donde me encuentro está uno de los bar-show que recrea los sueños eróticos y atiende los deseos de los clientes, muchos de ellos jóvenes, aunque también se ven viejos de entre cuarenta y cincuenta años. El Bar “Kalú” es uno de los burdeles que funciona en La Estación, y es donde trabajan las chicas que frecuentan el “aguapaneleadero” van a comprar sus cigarrillos, a comer algo que les calme el hambre o a cautivar clientes.

Al entrar al bar-show siento pena, no sé por qué, como si estuviera siendo llamado por la divina providencia para no ver el sitio donde se desahogan las penas, se calman las angustias existenciales y se hace rugir a un hombre, como el tigre que llevamos dentro, como un animal sexual –diría un amigo poeta-. La chica que deleita a los clientes con el streaptease de la noche se hace llamar “Susana”, o ése fue el nombre que me dijo el portero, que no sé si era el portero o un cliente más con cara de matón. Los ánimos se van subiendo y el estado de embriaguez también. El tiempo ha ido pasando y mi reloj ya marca las 11:30 p.m. La música del show se acompaña con un juego de luces que hace ver a Susana como una diosa, con un baile espectacular que pone briosos a los hombres. Se viene hacia donde está el público, desde la tarima con el tubo donde hizo su show, y va pasando por su paga: aparecen billetes de cinco, diez y veinte mil pesos que son puestos como adorno en su tanga, con adornos y encajes de lentejuelas, haciéndola ver como la reina del show.

A la orden galán –me echa un piropo una de las niñas. Gracias amor, vine a tomarme un trago. Cómo te llamas –le repongo para entrar en confianza. “Valery La Diosa”, a tus servicios de mujer prestada –me dice con ironía, mientras mueve sus labios con sensualidad-. Yo me suelto a carcajadas y ella me reta: Quieres venir conmigo y pasamos una noche llena de lujuria, o eso también te da risa. No gracias, ahora vengo solo a tomarme unos tragos y ver cómo es un show, porque nunca he visto algo parecido. Usted es muy bella para estar trasnochando a esta hora –le digo en tono cariñoso mientras ella me sirve un aguardiente. Ojalá eso pensara el hijueputa que me preñó y me dejó tirada. Todo el mundo cree que uno hace esto por placer. Ojalá fuera por placer. Si fuera así tendría un solo macho para mí. Pero no, me toca aguantarme el grajo, el mal aliento, la borrachera y hasta la traba de todos los que viene aquí. Usted es como el más decente. Si fuera otro ya me había mandado la mano a la teta o me estaría pidiendo la pruebita –termina diciendo Valery La Diosa, después de contestarme en tono grosero, pero a la vez razonable a mi pregunta. Y repone: aquí todos los que viene creen que uno tiene que hacerles la paja y aguantárselos toda la noche, si a fuerza de bregas uno les da lo que les falta en la casa por veinte mil pesos, y ellos pagan la pieza, porque si quieren pasar toda la noche conmigo tiene que pagarme la multa y pagarme la tarifa de madrugada, nada más ochenta mil pesitos. Termino la conversación y pido la cuenta. Al salir se despide diciéndome que vuelva la próxima vez con mejores intenciones. Regáleme un cigarrillo, usted tiene pinta de fumador y buena gente –me dice al despedirse y volver a la tarima para seguir animando la noche.

El tiempo se me fue como nada. Ya son las 12:30 a.m. y el alboroto se toma La Estación. Los borrachos que vienen del parque, donde ya están comenzando a cerrar las tabernas y discotecas, esperan rematar la noche con unas copas, comiendo algo de grasa para pasar el alcohol o buscar calmar su lujuria con las chicas del bar-show Kalú. De repente se oye una gritería y un rastrillo de machete. Ponela como querás hijueputa. Perra es perra y yo puedo hacer con ella lo que me dé la gana –dice con alteración un borrachito que fue sacado del bar por estar manoseando a una de las chicas. Vaya busque a su santa madr… Llega la policía para calmar los ánimos. Pide cédulas a todos los clientes. Ya es hora de ir cerrando, dice uno de los policías, aprovechando que ocurrió el incidente. Las chicas gritan alteradas y suplicándole a la autoridad que no les dañe la noche, que mire que está los más de buena, que si quiere ella le hace unos masajitos. Quite de ahí, perra, no me joda –dice con autoridad el policía con cara de chocoano. Vaya a que lo purgue su madre hijueputa, marica reprimido –le contesta Valery, a quien alcanzo a ver con sus tacones en la mano y con el cabello alborotado.

Entre el incidente y mi partida del bar-show transcurrieron cerca de cincuenta minutos, por lo que ya es la 1:20 de la madrugada. Decido tomar un taxi e irme para mi casa, porque está un poco tarde. Pienso que luego terminaré la crónica en los otros burdeles: el “Verdolaga” y el “Binomio de Oro”. Además el ambiente está pesado y es mejor cuidarse un poco. En el “Binomio de Oro” han caído varios lujuriosos que, después de desahogar sus penas, han probado la suerte de bala traidora.

Una noche donde la lujuria, mujeres y el alcohol que hacen mérito a una campaña que circuló en adhesivos hace algún tiempo: “Después de Yarumal… el cielo”

jueves, 23 de diciembre de 2010

Epístola al Niño Dios

Querido, adorado y dulce Jesús mío:

En esta oportunidad quiero manifestarte mi tristeza por lo que actualmente pasa en nuestro mundo –loco por fenómenos naturales, que no castigos divinos-, especialmente en nuestra Colombia, consagrada a la advocación del Corazón de Jesús, una representación de tu Padre Celestial muy a lo criolla porque, al fin y cabo, nosotros somos colombianos, y sólo tenemos dos símbolos patrios: el vallenato y el sombrero vueltia’o, que se disputan el puesto con el Escudo –donde el águila es hoy un gallinazo, por aquello de los camposantos donde ocurrieron tragedias-, y las riquezas de nuestro escudo, reemplazados por las campañas de Teletón y Colombia Humanitaria.

Nosotros, tus hijos –si así lo consideras, después de tantas ofensas-, necesitamos que intercedas ante Dios, tu Padre Celestial, para que cesen las lluvias, nos mandes el maná de que proveyó Dios a su pueblo, para que con la campaña de Colombia Humanitaria sume esfuerzos para abastecer a los pueblos que viven bajo el agua, como si fuéramos turistas en Venecia, pero a la criolla, porque como no conocemos nada de Europa y sus bellezas nos conformemos con ver la desaparición de pueblos enteros –como Gramalote, en Norte de Santander-, y así poder sobrevivir de las migajas que dejen los turistas en la próxima temporada de vacaciones del año 2011, cuando vengan a ver a nuestros pobres –si no somos todos los colombianos- y a regalar ayudas y propinas. Esto podrá ser una realidad si se cumple la profecía de las autoridades: 10 años nos demoraremos en recuperarnos de la ola invernal y las tragedias.

Además de estas súplicas quiero decirte que comiences a partir del 1° de enero a aparecer, para ver si secas y evacúas de los pueblos, riachuelos y desastres toda el agua que dejó tu hermana, la Ñina –o no sé qué parentesco tengan-, y no es cuestión de discriminación de género, pero ella nos dejó muchos desastres, a tal punto que retrocedimos en gran medida en el avance que llevábamos con los dos períodos del expresidente Álvaro Uribe en cuando al desarrollo social y económico de las regiones.

Espero, como es una profecía que se cumple en la Biblia, que cada ayuda que reparta Acción Social y la Cruz Roja se multiplique, para poder atender a los dos millones y pucho de damnificados por el invierno y que hoy están en la pobreza total. Además, como una ayuda de más, confío en que harás que las aguas se aparten, en las llanuras cordobesas y la meseta cundiboyacense, como lo hiciste a través del cuerpo presente de Moisés en el Mar Rojo, para facilitar las labores de rescate de los damnificados y comenzar a reconstruir lo que la naturaleza causó, no sé si en un acto de soberbia e ira, o no sé si en realidad, como dicen muchos fanáticos religiosos estamos pagando el mal que hacemos en la tierra. ¿Será la cuota inicial del juicio final?

Por todo lo que te pido en esta Epístola, que es sinónimo de carta, pero suena más elegante y adecuado para las peticiones religiosas que te hago, haré votos para dejar los vicios, que son legales, para evitar suspicacias de los lectores. Si aceptas mi trato acuérdate de tus hijos que hoy vivimos en este valle de lágrimas, que más parecen lagunas de desolación y muerte.

Gracias por todo, dulce Jesús mío, intercesor ante Dios para que la vida mejore, ahora que tenemos solamente agua hasta el cuello.

lunes, 20 de diciembre de 2010

¿Persecución periodística? Una historia de nunca acabar

(Una versión de por qué se ha suscitado el enfrentamiento entre el expresidente Álvaro Uribe y sus hijos, Tomás y Jerónimo, con el periodista Daniel Coronell).

Un nuevo episodio de debate público se ha comenzado a tejer entre el expresidente Álvaro Uribe (a través de Twitter), y sus hijos Tomás y Jerónimo quienes, a través de El Colombiano y de la cadena radial La W, han denunciado (?) la supuesta relación del periodista Daniel Coronell -quien publica una columna de opinión en Semana y dirige el noticiero Noticias Uno-, con César Villegas y Justo Pastor Perafán, dos personajes que estuvieron involucrados con el narcotráfico, tiempo después de hacer creado una empresa de comunicaciones que vendía servicios de equipos periodísticos “a Caracol T.V., RCN y N.T.C.”, está última empresa que opera el noticiero Noticias Uno, desde donde Coronell publica informaciones incómodas para la clase política del país, con sustento periodístico y llevando en alto los galardones que ha merecido por hacer un periodismo investigativo con responsabilidad y ética periodística.

El expresidente Uribe es un hombre al cual admiro –o admiramos, más bien-, por su capacidad de trabajo, por la forma como manejó el país, generando confianza inversionista, desarrollando estrategias de captación de capital privado para potencias el desarrollo industrial y económico y llevando, a donde no había presencia de la fuerza pública, seguridad y desarrollo social.

Eso en lo que corresponde al expresidente Uribe, quien tiene la capacidad de defenderse de las calumnias, si llegasen a haberlas, pero no en lo tiene que ver con sus hijos Tomás y Jerónimo Uribe, los delfines de la política, quienes estuvieron al margen del gobierno, hay que reconocerlo, pero que tienen varias cosas por aclararle al país y a la prensa, porque son mayores de edad y empresarios, y tienen la responsabilidad y el valor civil de defenderse sin escudarse detrás del expresidente, porque la gloria es de él, no de ellos.

Para la muestra un botón. En octubre de 2002 el entonces presidente Uribe sostuvo un fuerte debate con el periodista Daniel Coronell en la cadena radial La Fm (al aire y en horario de gran audiencia), en donde se dijeron de todo, se sacaron los trapitos al sol y ahondaron aún más el distanciamiento ideológico que defiende cada uno. En ese momento se puso a prueba el poder del periodismo, denunciando nexos del expresidente con el Cartel de Medellín y Pablo Escobar, contra el poder político, encarnado en el Presidente de la República, quien se defendió como el excelente rejoneador y caballista que es de cada afirmación.

Los enfrentamientos de la familia Uribe con el periodista Coronell datan de tiempo atrás. Remontándonos al reportaje publicado por El Colombiano, en donde vinculaba al periodista con el empresario César Villegas, quien tuvo acciones en N.T.C., que luego pasaría a ser parte del patrimonio de Coronell y otros socios, como el también periodista de La W, Félix de Bedout. Como lo hace con cada denuncia que hace Coronell respondió las acusaciones de El Colombiano con una carta en donde solicitaba rectificación de su probidad y valor periodístico, aportando pruebas de su inocencia, porque está probado que no ha tenido –jamás, y eso sí puede asegurarse-, relación alguna con narcotraficantes. La denuncia de El Colombiano se dio como retaliación (?) –no tengo certeza de hasta qué punto-, por una denuncia que hizo Coronell en su columna de Semana, dejando al descubierto que una de las beneficiarias de créditos del controvertido Agro Ingreso Seguro (AIS) había sido la Directora de El Colombiano, Ana Mercedes Gómez Martínez. Esas denuncias provocaron la ira de los accionistas de cada editorial, por lo que revivieron lo que ellos califican como una “mácula en la hoja de vida” de Coronell.

De las denuncias que hizo El Colombiano contra Coronell es de donde han tomado partida Tomás y Jerónimo, como respuesta a la columna “El amigo secreto” publicada en Semana (Dic-19-2010), donde se hacen acusaciones muy serias contra Tomás Uribe quien al parecer actuó como intermediario en licitaciones en donde tenían interés el Clan de los Nule, la familia que ha puesto en el ojo del huracán la contratación por obras públicas de Bogotá, y en donde han sido mencionados connotados políticos, y hasta el Contralor General de Bogotá.

Un nuevo capítulo se abre en la política colombiana, donde una vez más toman partido los delfines Uribe Moreno, hijos del expresidente Uribe, quienes ya fueron objeto de denuncias formuladas por Daniel Coronell y que vienen al caso mencionar: la tramitación de notarías; el capítulo de los puestos que le ofrecieron a Yidis Medina por el voto de la reelección y la Zona Franca de Occidente, en Mosquera, Cundinamarca. Todos estos casos denunciados por Daniel Coronell en su columna de Semana y en Noticias Uno, con pruebas y documentos. De no ser así, ¿estaría Coronell en libertad? No señor. Estaría tras las rejas por calumnia y falsedad de documentos. Cada paso que da Coronell es calculado y con pruebas. Porque las verdades a medias, demanda segura.

¿Persecución periodística? Cada quien le da el calificativo que le parezca. Solamente hay algo claro: Daniel Coronell se ha convertido en el enemigo más acérrimo de Álvaro Uribe y su dúo de delfines. Una historia de nunca acabar.

domingo, 19 de diciembre de 2010

Las putas y el cielo

Recorrer la ciudad ha sido una de mis debilidades, que disfruto con gran placer. Cierto día, mientras caminaba hacia La Estación –sector de Yarumal conocido así por los talleres de mecánica y las bombas de gasolina-, me topé con un amigo, un poco ebrio y con pintalabios en la mejilla, que me ofreció un trago. Tomé la botella de aguardiente y tomé un sorbo. ¿De dónde vienes? –le pregunté-. De donde las chicas –me respondió. Al escuchar su respuesta sentí curiosidad, pues es un hombre casado y recordé lo que en algún momento le oí decir a alguien: “Las mujeres que cometen adulterio están cometiendo el pecado de Putaísmo”.

Hubo un tiempo, por allá en los años cincuenta, en que la Zona de Tolerancia –que iba desde el barrio Cuatro Esquinas hacia La Estación- era el centro de las mujeres de “vida alegre”, “con oscuro porvenir” y a donde iban hombres reputados, honorables y de un poderío social y económico que podían hacer que desde el púlpito se dieran dictados de buena conducta para las señoritas y señoras, serviles a la voluntad de sus esposos y honrosas del cuidado de la familia, los niños y la cocina.

Las Zonas de Tolerancia y los burdeles han sido parte del crecimiento de las ciudades y urbanización de los barrios, como en su momento fue el barrio Lovaina (en Medellín) donde los muertos del Cementerio de San Pedro convivían con las “damas de compañía” –pese a que son putas, pero valga el eufemismo-, que consolaban los deseos reprimidos de hombres y muchachos recién salidos de la pubertad y con derroche de virilidad. Allá, donde ‘Marta Pintuco’ entrenó señoritas para servir en la intimidad está retratada una ciudad que, pese a la moral también pecó.

No sé hasta qué punto habrá llegado la doblemoral de los cristianos, que hacían de la máxima “el que reza y peca, empata” una condición de vida. Reprobando las actuaciones de sus mujeres, doblegadas ante la condición de no tener derechos políticos ni poder estudiar –solamente hasta el bachillerato-, siendo un patriarcado el que dirigía los destinos de la sociedad y los estamentos políticos. ¿Tenían las mujeres algún estatus social, que no fuera el mismo de sus esposos? No. Quien no estuviera dentro de los cánones morales era una “mujer fácil”.

El oficio de consentir a los clientes siempre se ha asimilado con el oficio de los poetas, bohemios y bebedores, que frecuentan con asiduidad los sitios donde los besos saben a elixir de juventud, los tragos son menos amargos y las madrugadas son extensas melenas de mujeres que ofrendan a la literatura, como si fueran parte de un Harén árabe, y el poeta fuera el centro de los ritos y las danzas.

En Yarumal, así hagamos esfuerzos para llamar a los burdeles “centros de diversión”, “de lenocinio” o “la casa de las muchachas” seguirán siendo una necesidad cultural, así suene burdo y extrovertido, pero lo son, por son parte del oficio más antiguo del mundo. Como escribió alguna vez el poeta Eduardo Escobar, de la generación nadaísta, “todas las putas con católicas y van al infierno de los poetas”.

sábado, 18 de diciembre de 2010

Valió la pena tanta espera

Por Sergio Mesa Cárdenas
Desde hace unos años, cada mes de octubre, por estas fechas, que la Academia Sueca se dispone a dar el nombre del Premios Nobel de Literatura, siempre he esperado con ansias ver al escritor Mario Vargas Llosa galardonado como uno de los más grandes escritores universales, pódium que ahora comparte con quien fuese su amigo –amistad que se desvaneció por razones políticas-, y también Nobel de Literatura, Gabriel García Márquez.

En la última década, entre las numerosas publicaciones que han aparecido de Vargas Llosa, se han publicado los más bellos y bien escritos, no queriendo decir que “La ciudad y los perros” o “Conversaciones en la catedral” no lo fuesen, sino que “Travesuras de una niña mala” y “El paraíso en la otra esquina”, donde se ve su espléndida creación de un mundo irremediablemente macondiano, con un estilo propio de uno de los escritores que ha hecho el mejor estudio de la obra garciamarquiana, que fue publicado bajo el título de “Historia de un deicidio”, como tesis doctoral, donde queda al descubierto cómo un hombre como García Márquez creó un mundo irreal con clima tropical, con el aderezo imaginativo de los Buendía y de cómo “el realismo mágico” sería uno de los estilos literarios de mayor profundidad dentro del género novelístico.

Esta mañana, mientras tomaba un café y escuchaba la radio, no podía creer lo que anunciaba Julio Sánchez Cristo, quien fue el primero que entrevistó a Vargas Llosa para Colombia. Un hombre que ya se había acostumbrado a estar en la lista de “descartados de la literatura latinoamericana”, al lado de Jorge Luis Borges y Julio Cortázar, quienes no fueron galardonados con ese premio esquivo, que en algún momento estuvo más viciado por las posiciones políticas que por el verdadero arte de la creación literaria, por fin reposa en un escritor de grandes quilates, un señor de sonrisa amplia y dentadura perfecta, de quien Juan Carlos Onetti se refería en una anécdota con un periodista: “Discúlpame que no tenga dientes, se los presté a Vargas Llosa”.

Su prolífica obra circunda los géneros de la novela y el ensayo, con dos temáticas arrolladoras en su narrativa, como puede verse en las interpretación que se despliega del ensayo mejor escrito en la literatura universal sobre “Madame Bovary, de Flauber”, que Vargas Llosa llamó “La orgía perpetua: Flauber y Madame Bovary”. A renglón seguido puede mencionarse su más maravillosa obra sobre la dictadura de Trujillo en República Dominicana, “La fiesta del chivo”, leyendo en cada línea cómo el poder tiende a desmoronarse con cada asonada política, que a su vez es propiciada por los mismos hombres leales al dictador. Un estilo muy parecido, en su estudio sobre el poder, que García Márquez describió en “El otoño del patriarca”.

Por lo menos, diremos los más optimistas, como lo mencionó Héctor Abad Faciolince en una entrevista, “Mario Vargas Llosa fue premiado por sus obras y por su defensa de las libertades, porque él es un liberal, que defiende posiciones como el agnosticismo y a su vez defiende el matrimonio entre parejas del mismo sexo. Ese es Vargas Llosa, un hombre enamorado del liberalismo y un férreo oponente de las dictaduras ideológicas”. Para mayor orgullo, un colombiano como Héctor Abad, fue elogiado por el nuevo Nobel de Literatura en una columna en El País, de España, que puede decirse fue una respuesta al elogio que hizo Abad sobre Vargas Llosa en una entrevista que éste concedió en el evento literario Hay Festival, y que fue ratificado con un regalo de un libro incunable sobre el Congo, una nación africana que es el ambiente en donde se desarrolla la nueva obra que publica Vargas Llosa, y que tiene por nombre “El sueño del celta”. Habrá que leerla, ya no como la obra de un escritor, sino como la de un maestro.

Sólo faltará esperar que algunos escritores como Philip Roth o Milán Kundera también sean premiados en las próximas ediciones, para que vuelva a verse en equilibrio entre la política y la literatura que manejó por años la Fundación de Alfredo Nobel.

jueves, 16 de diciembre de 2010

Planear la educación

Mucho se ha discutido y escrito en cuando a la calidad de la educación. De qué estrategias deben implementarse para mejorar los resultados en el ICFES, las pruebas Saber y cómo mejorar los ambientes de aprendizaje.

Recientemente en Yarumal, por voluntad política y persistencia de la comunidad educativa, se formuló el Plan Educativo Municipal (PEM), con ambiciosos proyectos que comenzarán a desarrollarse a partir del año 2011 –cuando se hará la presentación oficial-, para que los maestros, alumnos y comunidad en general comiencen a planear la educación, aunar esfuerzos en la consecución de un mejor posicionamiento en el ranking de instituciones públicas en el departamento y priorizar los recursos destinados por el gobierno nacional.

En la última edición de la revista Dinero (mes de noviembre) sale publicado el ranking de los mejores colegios del país, sobresaliendo los colegios privados, que para muchos no es novedad, pero que son la meta a alcanzar por los colegios públicos del país que, si se priorizan los recursos y se planea conjuntamente con el sector privado, se puede lograr “cerrar brechas y generar prosperidad", como recientemente declaró la Ministra de Educación, María Fernanda Ocampo.

Muchos se preguntarán qué hace tan famosos a estos colegios, entre los que se destaca al Colegio San Carlos (Bogotá), donde han estudiado las más altas personalidades del país; y el Colegio Fontán. Algunos conceptos que se desprenden de las opiniones dadas por cada uno de los rectores escogidos, por su liderazgo y su visión de pedagogía como fórmula de formación, son: “El rector es una figura fundamental dentro de la gestión de la educación. Es el individuo que personaliza la visión del colegio en la práctica”. O está técnica de configuración exitosa, a la que muchos maestros amigos le hacen el quite: “La visión y la estrategia deben concretarse en mecanismos para la administración del talento y la medición del desempeño de los profesores”.

El fomento a la investigación y a la publicación de textos educativos; el apoyo a los maestros en el curso de maestrías, las cuales son retribuidas en la producción de proyectos para el colegio y los mismos alumnos, son estímulos para los maestros de éstos colegios privados, que han sido categorizados en la publicación mencionada. No es una utopía, es una realidad a la que debe llegar el sistema educativo colombiano.

Comencemos por la provincia, pensando más en la educación que en las obras públicas. De la cultura y la educación que construyamos en los próximos años en Yarumal –con el PEM-, podremos pensar en lograr una comunidad más educada. De esto darán cuenta los próximos gobernantes.

El harakiri del Polo

Todos los movimientos de izquierda civil, la que tiene derechos políticos y representatividad en los órganos legislativos y cargos de elección popular, como es el caso del Polo Democrático, cuando se configuran en un partido de renovación (?) tiende a caer en los mismos vicios que se imputa contra los opositores. Porque siempre hay un hijo calavera.

El clientelismo, la corrupción, las coimas, las prebendas, los contratos amarrados, según los partidos opositores, son los males que la derecha colombiana ha impuesto en el panorama político. Son recordados los debates de Gustavo Petro contra el paramilitarismo y la financiación irregular de campañas al Congreso; los debates de Jorge Enrique Robledo sobre los subsidios de Agro Ingreso Seguro (AIS) y el control político a funcionarios del gobierno Uribe, como Arias y Valencia Cossio; entre otros casos que han protagonizado los dos partidos de oposición reconocidos como es el Polo Democrático Alternativo y el Partido Liberal, éste último hoy disfrutando de las mieles del poder por su integración de la Unidad Nacional del gobierno Santos.

Qué se iban a imaginar los colombianos, que el Partido más corrosivo en sus posiciones contra Uribe, que se declara víctima de las chuzadas y un crítico voraz a las políticas sociales, económicas y políticas, dueños de la moral pública y la transparencia, valores hoy “arrebatados” y encarnados por el Partido Verde, iba a terminar en un escándalo de tal magnitud que ha creado las divisiones más irreconciliables entre los delfines del “anapismo”, Samuel e Iván Moreno, y los disidentes y echados de su propio partido, como Petro, Luis Carlos Avellaneda y Jorge Eliécer Guevara.

¡Dónde quedaron los principios invocados en el estado social de derecho por el ex candidato Carlos Gaviria! ¡Dónde la transparencia! ¡Dónde el cambio de modelo político para Bogotá! Una vez más, así le duela a los más recalcitrantes opositores al gobierno Uribe, y ahora al de Santos, el Polo Democrático, el partido de la renovación, ha fracasado.

Lo sabré yo que milité en sus filas, siendo renuente a ver cómo el cambio social que se vivió en el gobierno Uribe era posible gracias a la Seguridad Democrática. Un partido como todos, aunque con mayor ansiedad de poder, como hoy sucede con el “carrusel de contratos” que se ha destapado en Bogotá, donde mandan los senadores del Polo, donde sacan tajada quienes financiaron las campañas de los senadores opositores, que son los mismos políticos de la clase colombiana, esos a los cuales salen a atacar y a denunciar por corrupción y clientelismo.

El desangre de la contratación, una de los campos de mayor corrupción y mayores ganancias, está siendo hoy visto en Bogotá con total claridad, descaro y, lo que más vergüenza causa, es que sea protagonizado por un alcalde de corte de izquierda, de los que hablan airados de las clases sociales, de las necesidades, de la distribución equitativa de la riqueza y del poco avance del gobierno de turno al desarrollo de políticas que solucionen problemas de gran arraigo como el desempleo, la pobreza, la desnutrición y la vivienda diga.

¿Con esos dineros que se robaron en Bogotá, en complicidad con los politiqueros polistas, no se habría solucionado en alguna medida esos problemas, así fuera en regiones apartadas del país? He ahí la respuesta. Búsquela entre los discursos mamertos de esos esquiroles del poder, los rapaces de la moral pública. El Polo, como lo dijimos en algún momento en campaña presidencial, se aplicó el harakiri. O más bien, en términos más coloquiales, se inmoló con pólvora propia.

El clamor del miedo

Ya no sabe uno ni qué esperar cuando sale a las calles de Yarumal. Si estar pendiente de no ser atropellado por los imprudentes motociclistas, que ya tienen su propia pista de ‘piques’ en plena vía pública, o de esperar la bala fulminante de un sicario, o como sea llamado el personaje que atenta contra la tranquilidad de un pueblo peregrino, que no sabe más que rezar y darle hijos al mundo. Así nos duela estamos aumentando considerablemente la tasa de natalidad, que es baja en los estratos medios y altos, pero que está en índices alarmantes en los estratos más bajos, donde la pobreza no tiene relación con miseria, así estas dos sean sinónimas.

Releyendo algunos textos, entre ellos un apasionante relato de Fernando Vallejo, en donde queda descrito el actuar y la forma de vida de los sicarios, ya deben saber de qué novela hablo, La virgen de los sicarios, que tiene su origen en las comunas, las mismas en las que se desarrolló la novela que los morbosos televidentes siguieron hasta saciarse de crueldad, de ver la misma historia que cada día vivimos nosotros, en Yarumal, y en Medellín, y no sé dónde más podrá ocurrir esto, de ver que a plena luz del día es abatido a tiros un extraño. Aunque no es ni tan extraño, porque si fue baleado frente a mi casa puede haber sido yo, en caso de haber habido una bala perdida.

Quién se iba a imaginar que veríamos hablar de “pandillas”, “de combos”, “de comunas”, “de barrios peligrosos” en una ciudad como Yarumal que vivía en paz. O no sé si vivía en paz, porque la hipocresía y la mentira dan para todo. Lamentable el hecho que en los últimos dos años las muertes sean por vinculación con grupos al margen o riñas, y se haya incrementado tanto, ya debería tener un esquema establecido para tomar medidas urgentes. Claro que eso sólo lo sabe la autoridad oficial, que es quien lleva las cuentas. Uno no. Nosotros los de a pié especulamos en las cifras, aunque más temprano que tarde no nos desfasamos mucho en lo que muestra la autoridad.

En la “capital del murmuro”, no sé si será cierto tal calificativo, simplemente lo retomo de quienes lo he escuchado, se habla de un “volante de advertencia”, como en los viejos tiempos en que los Arcángeles del Bien daban ronda por las calles para cuidar a la sociedad. De qué nos cuidarían si aquí nada pasa. Si algo se habla debe ser cierto. Cuando un rumor se generaliza y los hechos dan la razón, es cierto.
Como en el cuento de García Márquez, “algo va a pasar”. Lo que no sabemos en cuándo. Para los incrédulos como yo, que no le ponemos pinga al garabato, aplicamos el método tomasino: “ver para creer”. No todos los muertos son malos, de eso estoy seguro, así el raciocinio de jueces lleve a muchos a decir que “por algo lo mataron”, como si ellos fueran profetas o, en cierta manera poco cierta, manejaran los hilos de la existencia.

Ahora no queda más que pedir auxilio divino para redimir a este pueblo pecador que clama justicia. Claro, clama justicia, pero justicia divina, no terrenal, porque para muchos el “sicariato” es una forma de hacer justicia por sus propias manos y están felices del mal ajeno. Son muchas las víctimas, inocentes o no, qué voy a saber yo que no tengo ni poderes inmaculados ni mucho menos dignidad de juez, las que están cayendo.

Sean estas líneas una voz de consolación para aquellos a quienes la violencia les ha arrebatado a sus seres queridos, y también un llamado a estar atentos, porque no sabe uno cuando pueda sucederle. O si prefieren apliquen la teoría egoísta encarnada en el cuento de Bertol Brech: “Primero se llevaron a los comunistas, pero a mí no me importó porque yo no lo era; enseguida se llevaron a unos obreros, pero a mí no me importó porque yo tampoco lo era; después detuvieron a los sindicalistas, pero a mí no me importó porque yo no soy sindicalista; luego apresaron a unos curas, pero como yo no soy religioso, tampoco me importó; ahora me llevan a mí, pero ya es demasiado tarde”.

Valió la pena tanta espera

Desde hace unos años, cada mes de octubre, por estas fechas, que la Academia Sueca se dispone a dar el nombre del Premios Nobel de Literatura, siempre he esperado con ansias ver al escritor Mario Vargas Llosa galardonado como uno de los más grandes escritores universales, pódium que ahora comparte con quien fuese su amigo –amistad que se desvaneció por razones políticas-, y también Nobel de Literatura, Gabriel García Márquez.

En la última década, entre las numerosas publicaciones que han aparecido de Vargas Llosa, se han publicado los más bellos y bien escritos, no queriendo decir que “La ciudad y los perros” o “Conversaciones en la catedral” no lo fuesen, sino que “Travesuras de una niña mala” y “El paraíso en la otra esquina”, donde se ve su espléndida creación de un mundo irremediablemente macondiano, con un estilo propio de uno de los escritores que ha hecho el mejor estudio de la obra garciamarquiana, que fue publicado bajo el título de “Historia de un deicidio”, como tesis doctoral, donde queda al descubierto cómo un hombre como García Márquez creó un mundo irreal con clima tropical, con el aderezo imaginativo de los Buendía y de cómo “el realismo mágico” sería uno de los estilos literarios de mayor profundidad dentro del género novelístico.

Esta mañana, mientras tomaba un café y escuchaba la radio, no podía creer lo que anunciaba Julio Sánchez Cristo, quien fue el primero que entrevistó a Vargas Llosa para Colombia. Un hombre que ya se había acostumbrado a estar en la lista de “descartados de la literatura latinoamericana”, al lado de Jorge Luis Borges y Julio Cortázar, quienes no fueron galardonados con ese premio esquivo, que en algún momento estuvo más viciado por las posiciones políticas que por el verdadero arte de la creación literaria, por fin reposa en un escritor de grandes quilates, un señor de sonrisa amplia y dentadura perfecta, de quien Juan Carlos Onetti se refería en una anécdota con un periodista: “Discúlpame que no tenga dientes, se los presté a Vargas Llosa”.

Su prolífica obra circunda los géneros de la novela y el ensayo, con dos temáticas arrolladoras en su narrativa, como puede verse en las interpretación que se despliega del ensayo mejor escrito en la literatura universal sobre “Madame Bovary, de Flauber”, que Vargas Llosa llamó “La orgía perpetua: Flauber y Madame Bovary”. A renglón seguido puede mencionarse su más maravillosa obra sobre la dictadura de Trujillo en el Perú, “La fiesta del chivo”, leyendo en cada línea cómo el poder tiende a desmoronarse con cada asonada política, que a su vez es propiciada por los mismos hombres leales al dictador. Un estilo muy parecido, en su estudio sobre el poder, que García Márquez describió en “El otoño del patriarca”.

Por lo menos, diremos los más optimistas, como lo mencionó Héctor Abad Faciolince en una entrevista, “Mario Vargas Llosa fue premiado por sus obras y por su defensa de las libertades, porque él es un liberal, que defiende posiciones como el agnosticismo y a su vez defiende el matrimonio entre parejas del mismo sexo. Ese es Vargas Llosa, un hombre enamorado del liberalismo y un férreo oponente de las dictaduras ideológicas”. Para mayor orgullo, un colombiano como Héctor Abad, fue elogiado por el nuevo Nobel de Literatura en una columna en El País, de España, que puede decirse fue una respuesta al elogio que hizo Abad sobre Vargas Llosa en una entrevista que éste concedió en el evento literario Hay Festival, y que fue ratificado con un regalo de un libro incunable sobre el Congo, una nación africana que es el ambiente en donde se desarrolla la nueva obra que publica Vargas Llosa, y que tiene por nombre “El sueño del celta”. Habrá que leerla, ya no como la obra de un escritor, sino como la de un maestro.

Sólo faltará esperar que algunos escritores como Philip Roth o Milán Kundera también sean premiados en las próximas ediciones, para que vuelva a verse en equilibrio entre la política y la literatura que manejó por años la Fundación de Alfredo Nobel.