martes, 27 de octubre de 2009

Victorias pírricas y divorciadoras

“Mientras el comunismo no adopte como meta algo así como la distribución de poder y bienes entre todos, sino la dictadura del proletariado, será, comparado con Marx, un paso atrás, y mientras el beneficiario no sea el pueblo, sino el pequeño grupito de bonzos, mejor es no seguir hablando de él”.
Hermann Hesse, Lecturas para minutos.

Para algunos fue un éxito. Una elección democrática (?). Las consultas del Polo y el Partido Liberal del pasado domingo 27 de septiembre no despejaron el camino de lo que la oposición quería ver: que están fortalecidos y vigentes para derrotar el referendo y la reelección de Uribe. Mucha retórica y pocos hechos, porque declarar la abstención del pueblo con tan pocos votos de los camaradas, es una bravuconada.
Mis cálculos electorales de los candidatos electos no salieron como lo preví, porque sólo le pegué a uno que estaba definido desde su inscripción como precandidato a la presidencia por el partido Liberal. Rafael Pardo estaba ungido por César Gaviria para ser el candidato oficial, sin necesidad de hacer consultas.
En cuanto al Polo Democrático, donde la fama y la manipulación del Moir y el Partido Comunista tenían elegido, sin consulta, sólo por capricho de las camarillas al profesor “Tropical Marx”, como era conocido Carlos Gaviria en la Universidad de Antioquia en sus tiempos de profesor, no pudieron mantener la caña y fueron derrotados por un demócrata como Gustavo Petro, un ex guerrillero que se convirtió en la piedra en el zapato de los radicales y mamertos, los gamonales doctrinarios de la izquierda colombiana representada en Jorge Robledo, Wilson Borja, Gloria Inés Ramírez, Jaime Dussan y Carlos Gaviria.
Las consultas de la oposición, las peores de los últimos años, no sólo por el número de votantes, sino además de ello, por la cantidad de dinero gastado, dejan huella indeleble del debilitamiento ideológico y la desdibujada imagen de lo que se pensó en un momento sería el Polo Democrático, el partido de la izquierda colombiana que hoy tiene menos militantes que la logia de Regina 11.
Ahora, con la elección de Rafael Pardo y Gustavo Petro, se planea una nueva consulta, pero esta vez interpartidista, donde posiblemente convergerían Pardo, Germán Vargas Lleras, Sergio Fajardo y los Tri-ecologistas (Mockus, Peñalosa y Garzón), porque, según declaraciones de Vargas Lleras, él no le jala a hacer pactos con el Polo Democrático. A los radicales no los quiere nadie diferente a Lenin o Stalin.
Una de las ganancias de la victoria pírrica del liberalismo fue el surgimiento de nuevas figuras como Aníbal Gaviria, quien dio la sorpresa; el entierro del Samperismo y el Lopizmo representado en Alfonso Gómez Méndez y Alfonso López Caballero; y el infructuoso intento de Cecilia López, Héctor Elí Rojas e Iván Marulanda, quienes murieron para la política.
En cuanto al Polo, además de demostrar que tienen sólo quinientos mil militantes, lograron sumirse en el radicalismo de la Junta Nacional, manejada por el Moir y el Partido Comunista, quienes a regañadientes aceptaron la victoria de Petro como candidato oficial a la presidencia, quien estará en la soledad del poder, porque una cosa es ser candidato y otra tener el respaldo de los miembros del cenáculo de la doctrina. La Dirección del partido amarillo estará interina hasta que Carlos Gaviria acepte u otro radical la asuma, porque lo que sí esta seguro es que ni Petro ni sus aliados dirigirán el partido.
Sin embargo, con la renuncia de Carlos Gaviria a ser presidente del Polo y de negarse a apoyar a Petro en la campaña presidencial, es decir, tomará la camándula y se dedicará a los nietos, demuestra que los planes de la camarilla radical del Polo no salieron como se esperaba, además de poner en la picota pública que el señor del partido es Gaviria, un radical disociador de un partido que vuelve a ser lo que era hace unos años: un intento de partido. Qué pesar, hasta a Alfonso Cano le dolió el triunfo de Petro, quien en unos pocos años tendrá que hacer un revisionismo ideológico y unirse a los partidos del cambio.
Bastó la renuncia de Lucho Garzón al partido que él mismo fundó para que se acabaran los sueños de la izquierda.
De nuevo se aclara el panorama político para demostrar que en Colombia la oposición es minoritaria y sin pretensión de poder. De victorias pírricas no vive un partido.

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