lunes, 4 de mayo de 2009

Celos y venganzas de la Fe

La semana pasada, apenas desperezándonos de la Semana Santa, nos sorprendimos con las declaraciones del máximo prelado del rebaño católico, Cardenal Rubiano Sáenz, al manifestar su descontento con una posible reelección del césar de la libertad: su santidad Álvaro Uribe Vélez. Según Rubiano el presidente omnipotente debe dejar de lado el trabajo glorificado de LSD (La Seguridad Democrática) y ponerle más cuidado a su hijitos y a su esposa. Bueno, propiamente no dijo eso, pero sí que descansara hasta el 2014, año en que podría -si los colombianos quieren y la iglesia no se tuerce-, volver al solio de Bolívar.

Parece ser, por las opiniones que muchos del clero colombiano han expresado, que el presidente Uribe ha estado más pendiente de alabar al señor su Dios en el culto de la senadora Claudia Castellanos, y no en la Santa Madre Iglesia, como debe ser, porque el Estado colombiano, eso es innegable, es un Estado católico consagrado al Sagrado Corazón de Jesús. Y si estos curas son como los del tiempo de Monseñor Miguel Ángel Builes, sí que va estar dura la aprobación del Referendo Reeleccionista II y posible nueva elección del presidente Uribe, porque una cosa tienen los curas y es que a quien los traiciona le voltean al Cristo y lo ponen como penitente a flagelarse con el Cilicio del Opus Dei, al estilo del Jefe de Prensa César Mauricio Velásquez, y lo hacen caminar con granos de maíz –sin cocinar, por favor-, hasta el Cerro de Monserrate.

Como ustedes saben los curas no perdonan media traición. Así como en la Edad Media la iglesia acusaba de herejía a quien negaba que el poder del rey viene de Dios, asimismo le va a pasar a Uribe, porque los dos rencorosos, Rubiano y Castrillón Hoyos, le pueden hacer tragar casa rosario y cada bola de camándula que ofrecieron para la aprobación de la primera reelección. Amén.

Nadie ha olvidado que por los inciensos en que andaba metida la Ministra de Educación en la Catedral Primada de Colombia, la Conferencia Episcopal le jugó maturranga a las libertades individuales de los colombianos, y más a la Constitución de 1991, al obligar a Cecilita a restablecer la Educación Religiosa Obligatoria en todos los colegios oficiales del país. ¿Dónde quedaron las sentencias de la Corte Constitucional por la libertad de cultos? ¿Estamos en el Estado Católico tan anhelado por Builes? ¿Es acaso Colombia un Estado Teocrático o Democrático? ¿De nuevo estamos en la Inquisición? Lo peor, y lo digo con conocimiento de causa, es que si usted como librepensador expresa una acusación en contra de la iglesia, así sea una mención en un artículo de opinión, le da excomunión y expiración de los santos óleos.

Y ahora sí que el Estado colombiano ha quedado sólo y sin séquito de oración con la destitución del Cardenal Darío Castrillón Hoyos de la oficina encargada de los asuntos de fe, la segunda en jerarquía dentro de El Vaticano, después de la doctrina que manejaba López Trujillo. Pero eso no es lo peor de todo. Además fue privado para participar en los próximos Cónclaves y ser cardenal papable. Adiós los sueños de Colombia de tener un Papa.

Ahora sí que no hay Santa Lucía que valga para que le iglesia le declare la oposición al referendo y a la re-re-elección.

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