viernes, 16 de enero de 2009

Soy escritor, soy poeta, ¿soy subversivo?

Dentro del mundo intelectual colombiano hay una gran preocupación en cuanto a lo “subversivas” que pueden ser nuestras opiniones, actos de valentía para hacer que las artes hagan la vida más llevadera e incluso el cultivo de las artes desde nuestras diferentes facetas como escritores, poetas, teatreros y locos de la vida nacional, siendo rebeldes con causa –sin tomarlo literalmente-, y viendo cómo este país que se cae a pedazos es una tragicomedia tan parecida a como lo piensan grandes dramaturgos como Patricia Ariza, Rodrigo Saldarriaga, ex candidato a la gobernación de Antioquia, o como lo pensó y dejó plasmado el escritor caleño, suicida a sus 25 años, Andrés Caicedo, en obras como Angelitos empantanados o en sus memorias póstumas.
Luego, de que hace unos años, muchos intelectuales colombianos advirtieran de lo peligroso que se convertiría en nuestro país explorar los atropellos de las guerra, llevarla a las tablas o novelarla, hoy es una realidad insoslayable, al ver cómo una gran mujer como la polifacética artista Patricia Ariza, directora del Teatro La Candelaria, en Bogotá, es vinculada por los organismos de seguridad del Estado como reclutadora de civiles al servicio de los grupos al margen de la ley, cuando ella lo que ha hecho es reunir espectadores para llenar las salas del teatro nacional, mostrando en sus magistrales obras el otro lado de la guerra, los crímenes atroces de parte y parte de los frentes militares y la negligencia del Estado a darle solución a un conflicto que no tiene sus razones ideológicas sólo en las armas, si no en la desprotección estatal e inequidad, tan marcada en las periferias de nuestro país.
Lo que sí es un guión de “inmundicia política estatal”, es el informe presentado por la Sijín de la Policía Nacional a la Fiscalía General. Según los seudo-dramaturgos policiales se imputaron cargos contra la teatrera más reconocida de este país, Patricia Ariza, amiga inseparable de la Fanny Mickey, y que fue galardonada en escenarios internacionales, por tener una vida de locura y vida poética, y porque “practicó el nadaísmo y el hipismo, fue estudiante de filosofía y artes en la Universidad Nacional, perteneció a la Juventud Comunista (Juco) y se casó con Santiago García, ambos fundadores del teatro La Candelaria”, (El Espectador, ene 4/09). Además, es militante y activista del Polo Democrático y firmó la carta que le fue enviada por la población civil e intelectual de Colombia al Secretariado de las Farc, carta esta que firmamos también muchos colombianos por Internet, quienes creemos en el diálogo y el Acuerdo Humanitario.
¡Qué tal los señalamientos de los organismos de seguridad!. Hemos vuelto al Estatuto de Seguridad del viejo Turbay Ayala. Ahora es un delito fumar en sitios públicos y andar con libros nadaístas bajo el sobaco. Como no es delito rezar las consignas de las Seguridad Democrática y hacer cumplir las encíclicas del señor Benedicto XVI, quien mandó por orden de dios hacer “Ecología Humana”, término más entendible dentro de la lengua castellana como Reciclaje. ¿No será acaso una estrategia de política de Inquisición Siglo XXI?
Si es por haber sido hippie y leer los poemas de Gonzalo Arango, Eduardo Escobar, Jotamario Arbeláez, Jaime Espinel y Jaime Jaramillo Escobar muchos ciudadanos deberemos ser investigados por el Estado colombiano, con el agravante de tener en nuestros anaqueles libros que fueron prohibidos como El Capital de Carlos Marx, El libro rojo de Mao Tse Tung, La náusea de Jean Paul Sartre, Así habló Zaratustra de Nietzsche.
Gracias a los libros prohibidos conocimos la sabiduría que esconden los poetas malditos, Baudelaire y Bouveaur, ni qué decir de Fernando Vallejo, con la Puta de Babilonia, con la cual me estoy ganando una posible ex comunión, por estar divulgando mis inclinaciones literarias.
La Seguridad Democrática está mostrando su lado inquisitorio. Razón tenía el actual Presidente de este país, de la llaga bendita y el corazón en pena, cuando en el 2002 dijo a todos los artistas colombianos que mientras él estuviera en el poder no habría poesía ni artes. Una predicción de que los artistas y lectores de lo prohibido ponemos el dedo en la llaga para hacer pensar y arreglar el país, mucho más que el ‘gallito’ López Michelsen.
Nada raro, que en unos años, cuando estemos al borde del acabose como República, apenas caigamos en la cuenta de lo acertado que fue el premio Nobel de Literatura portugués, José Saramago, en su Ensayo sobre la Lucidez, donde dejó por sentado que la única cura existente en el mundo para aliviar la enfermedad de tener malos, pésimos y autoritarios gobernantes, es hacer uso del voto en blanco. De lo contrario, preparémonos para la muerte de la Justicia, que muy moribunda y violada por los de corbata, sigue siendo ultrajada por el maniqueísmo político.
¡Basta ya de la persecución de las ideas. Es hora de que la inteligencia y la creatividad lleguen al poder de las democracias modernas!